Hace 40.000 años, un grupo de personas se sentaba alrededor de una hoguera al ponerse el sol en la orilla del lago Mungo, en Nueva Gales del Sur, Australia. Los mayores contaban a los jóvenes historias que habían aprendido de sus antepasados, relatos en los que intentaban dar explicación a las estrellas, a su propia existencia o a la de los lagartos monitor, los ualabíes o los wombats que encontraban cuando salían de caza. De esta forma, los maestros trazaban las grandes líneas de un mapa de conocimiento común que mostraba a los miembros del clan el lugar que ocupaban en el universo. Alejandro